Cuenca: mucho más que historia
Esta semana nos vamos a la otra ciudad que ha sido finalista en el galardón de Capital Española de la Gastronomía, una ciudad en la cual yo tenia esperanzas de que fuera la galardona, pero no ha podido ser. De todas formas os vamos a presentar una ciudad llena de rincones con mucho mucho encanto.
Lo primero que podemos resaltar de esta ciudad es que estamos hablando de una ciudad entre comillas pequeña, ya que tiene poco más de 57000 habitantes. Lo segundo que más nos va a llamar la atención es la estructura medieval, sus callejuelas llenas como hemos comentado anteriormente de encanto y sus grandes y llamativos edificios religiosos convierte a Cuenca en ciudad patrimonio de la humanidad.
La ciudad de Cuenca se asienta entre las hoces de los ríos Júcar y Huécar, por méritos propios tiene el título de ciudad Patrimonio de la Humanidad por su riqueza monumental.
Siempre en nuestro viajes lo primero que buscamos es la estampa de la ciudad o mejor dicho porque se le conoce o cuál es la primera imagen que. Os viene a la cabeza cuando hablamos de un destino. En este caso, y creo que no hay dudas, son sus Casas Colgadas, la postal que puede definir nuestra excursión de esta semana. Estas casas están prácticamente colgadas al vacío sobre las hoces de los ríos Júcar y Huecar. Realizadas en mampostería, con sillares en las esquinas y asentadas en ménsulas, se asoman al río desde sus balcones de madera voladizos sobre el acantilado.
De esta joya de la arquitectura popular, sólo tres son visitables: la casa de la Sirena que aloja un mesón donde degustar los platos típicos y las Casas del Rey que contiene un Museo de Arte Abstracto Español, que expone una colección de pinturas y esculturas de artistas españoles de la generación de los años 50 y 60.
En esta zona también se encuentra el Teatro Auditorio de Cuenca y el convento de Dan Pablo, actual Parador de Turismo. El convento de San Pablo de la orden de los Dominicos, se encuentra fuera del casco urbano, a parte del marco donde se encuentra a, ya que como hemos comentado está junto a las Casas Colgadas y a bastante altura del cauce del rio también nos va a llamar la atención las grandes dimensiones que tiene y la estructura de piedra de sus murallas. De aquí podemos ir dando un paseo hasta el casco histórico, cruzando el puente de San Pablo y pasando por debajo de las Casas Colgadas, llegamos a la Plaza Mayor. Es una de las más bonitas y monumentales de la ciudad. Se trata del centro neurálgico de la parte alta, un lugar perfecto para hacer un descanso y tomarte un aperitivo en una de sus terrazas. En ella se encuentran el Ayuntamiento, un edificio de estilo barroco del tiempo de Carlos III con tres arcos de medio punto, el Convento de las Petras y la catedral de Nuestra Señora de Gracia, del s. XII.

La Catedral fue el primer edificio que se construyó en Cuenca tras la reconquista, en el que se mostró todo el esplendor del poder eclesiástico. Tuvo varias fases en su edificación, reformas, ampliaciones y variaciones de estilos. La fachada se derrumbó por lo que la actual es del siglo XX. Además, pegado a la catedral, está el palacio Episcopal que alberga el Museo Diocesano.
En la ciudad se ubican numerosas iglesias bastante llamativas y dignas de ver, como la de San Andres, del siglo XVI, la de San Miguel del siglo XIII o la De San Pedro del siglo XVIII. Todos estos edificios permiten apreciar el patrimonio religioso de la ciudad.
Otro lugar que no nos podemos perder es la Plaza de Mangana, ocupa un solar del antiguo alcazar y en ella está la Torre de Mangana. Del s. XVI no sufrió modificaciones de importancia en su estructura hasta el s. XX, cuando, debido a su deterioro, fue reconstruida dotándola del aspecto neomudéjar, además de un aspecto propio de las torres italianas. Aunque es posible que su función inicial fuera la de una torre de defensa y vigilancia, con el paso del tiempo se convirtió en campanil y reloj de referencia para la ciudad.
De aquí podemos ir a ver las ruinas de un antiguo Castillo del s. XIII, del que se conserva parte de la muralla y sus torres. Forma parte también de estas ruinas el arco de Bezudo, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad amurallada. A media tarde un paseo por rio Huécar, puede ser una excelente elección. Tiene una de las vistas más famosas de la ciudad, las casas colgadas. Es una delicia dar un paseo por este rincón rodeado de naturaleza.
Fuera de lo que es la ciudad tenemos que visitar un par de sitios si o si. El primero es el nacimiento del río Cuervo. Tras dejar atrás una parte habilitada con restaurantes, aparcamiento y un área para acampar, comienza el sendero de tierra, que sigue en paralelo al curso del río aguas arriba. El sonido del agua lo llena todo, y se suceden cascadas de manantiales. Al final, en una silenciosa gruta y junto a una roca, el agua brota a chorros: es ahí donde nace el Cuervo. Un paraje de ensueño de una belleza difícil de igualar.
El otro lugar que se encuentra a unos 35 kilómetros es la Ciudad Encantada, compuesta por las curiosas formas labradas en el paisaje por la acción del agua a esculpido durante siglos la rocas para dar origen a estas curiosas figuras en forma de animales como la foca u objetos como el tolme. Una visita que hará las delicias de grandes y pequeños.
Gastronómicamente nos encontramos bastantes restaurantes llamativos donde el producto de temporada es la seña de su cocina. Para tomar algo con una copa de vino podemos ir al Restaurante Rafa. Tiene un bar donde podemos tomar algunas raciones. Tiene La Cocina a la vista que siempre resulta llamativo para el turista.

Para comer podemos ir al Figón del Huecar, una casa antigua con vistas al río, tiene varios comedoresy una terraza panorámica digna de ver. Tiene un buen menú de degustación pero yo no me perdería las carrilleras ibéricas. Para dormir a parte de que el parador sería una excelente opción podemos ir a otro sitio también con mucho encanto aunque más pequeño como es la Posada de San Jose. Está ubicado en un antiguo edificio del siglo XVII, tiene un jardín pequeño pero muy bonito igual. La decoración de de la época lo cual nos va a llamar mucho la atención y nos podemos quedar embelesados en cada rincón. La habitación son coquetas y cómodas sobre todo lo más llamativo es que los balcones dan al río lo cual le hace mucho más inresistible. Si tenéis hambre tiene un restaurante pequeño con buen producto y que los desayunos en el jardín que anteriormente os he comentado son una gozada.